Qué horror, me estoy dando cuenta que la última vez que
escribí en mi blog fue justamente hace más de un año por el primer aniversario
de AnaBo Café Moda Para Llevar. Y qué cosa, vuelvo a escribir por una causa
similar, pero definitivamente con una experiencia totalmente distinta que me
inspira a volver a escribir en este abandonado espacio, otrora plataforma de
información y opinión sobre diseño venezolano.
En esta oportunidad quiero expresar lo emocionada que estoy
con el resultado de Help Service, nombre que le di a la campaña benéfica para
celebrar el segundo aniversario de AnaBo Café como tienda online de accesorios
de marcas venezolanas. Sí, son muchas cosas juntas, que en principio me hubiese
gustado hacerlas por separado, pero qué mejor manera de festejar que haciendo
una obra de misericordia por quien realmente lo necesita… ¡en especial las que
necesitamos ropa a precios accesibles! #AmoLasOfertasPorSiempre
Ok, no nos desviemos, ¿por dónde empiezo? Vale. Desde hace
un tiempo he venido pensando que en Venezuela no hay cultura de donación de
ropa, por lo menos organizacionalmente. Muchas personas no saben cómo hacer
llegar las prendas que ya no usan a personas de escasos recursos; unas las
terminan regalando a sus familiares o amigos, otras las llevan a una iglesia, y
otras, lamentablemente las desechan. Por otro lado, veo cómo mi país se está
cayendo a pedacitos en muchos ámbitos y uno, un simple mortal, se siente
impotente de no poder hacer gran cosa para solucionar los problemas de los que
más sufren… Hasta que se te desborda el buzón de quejas y decides encender el botón
de la creatividad.
Los que me conocen saben que constantemente me la paso
inventando y, cuando se me atraviesa un proyecto entre ceja y ceja, tarde o temprano
lo termino llevando a cabo. La idea del Help Service surge en casa de Leyla Escobar,
una de mis mejores amigas, que un día viendo su clóset, me enamoré de varias
prendas de vestir y ella, sin ningún tipo de apego, me dijo que me las podía
quedar porque realmente ya no las estaba usando. “¡Me encantaaaa!”, exclamé
emocionada porque sentía que era ropa nueva. Más adelante pensé que sería
chévere hacer una reunión entre amigas, en la que cada una llevara la ropa que
ya no use y no las intercambiáramos, entre música, cuentos y cócteles (qué
borracha).
La reunión nunca se llevó a cabo, pero esa idea me pareció
perfecta para celebrar el segundo aniversario de AnaBo Café, sólo que en vez de
intercambiar la ropa, se recolectara y se montara en un showroom, con precios
accesibles a beneficio de una causa o fundación. “Listo, ya tengo la idea, ahora,
¿cómo recolecto la ropa, dónde hago el evento, a quién beneficio?”, aún no lo
tenía claro. Me acordé que en un cóctel al que fui en el Eurobuilding, la
gerente de mercadeo me dijo que estaban pensando conceder los espacios de la
terraza de la piscina para eventos de moda venezolana. Me emocioné, le escribí,
la llamé, me embarcó, me mandó a pedir presupuesto… qué ilusa, en mi idioma, “conceder”
significa gratis, pero en este país, nada lo es.
Así que decidí llamar a una de las personas que más admiro
en la vida: Carlos Ávila, el dueño de mi café favorito en todo el mundo: Franca
Coffeecakes, donde celebré el primer aniversario de AnaBo Café. Le propuse
hacer el showroom en la sede de Las Mercedes, pero a pesar de encantarle la
idea, muy amablemente me dijo que era inviable realizarlo allí porque el
estacionamiento es muy pequeño y, en plena avenida principal, sería un caos. Aproveché
la reunión para consultarle a cuál fundación apoyar, ya que ellos realizan
muchas obras benéficas, y me recomendó llamar a Daniel Guerra, representante de
varias fundaciones. Increíble, apenas lo llamó, resulta que estaba cerca de
Franca y en menos de 10 minutos, Daniel estaba sentado tomándose un café con
nosotros. Tras explicarle el proyecto, me recomendó apoyar a Fundación Techo
Baruta, que brinda asistencia física y psicológica a personas en situación de
calle para reinsertarlas en la sociedad. ¡Me pareció una tarea espectacular! Como
si fuera poco, Daniel sugirió que Franca podría ser centro de acopio para
recolectar la ropa, y con una cara que seguro reflejaba una batalla entre pena
y entusiasmo, miré a Carlos y, sonriendo, aceptó la propuesta.
Yeiiiiiiiiiii, no podía con la emoción. Ahora me faltaba el
lugar donde iba a hacer el showroom, muy importante… “¡Pero qué tonta!, ¿por
qué no hacerlo en The Showroom?”, inmediatamente llamé a Carlos Brandt, a quien
había contactado previamente para que me prestara racks para guindar la ropa el
día del evento. The Showroom, tal como lo dice su nombre, surgió originalmente
como un espacio para exponer y vender prendas de destacados diseñadores
venezolanos. El año pasado, en diciembre, realizaron una venta en su sede, una
espectacular quinta de Prados del Este, perfecta para lo que tenía en mente.
Por supuesto, Carlos dijo que sí y fijamos el sábado 1 de
noviembre de 2014 para hacer el showroom, o sea, ¡tenía sólo un mes para
recolectar un montón de ropaaaaaaaa! Se me ocurrió hacer unas cajitas bien
bonitas para colocarlas en las 3 sedes de Franca, donde iba cada semana a recoger
bolsas y bolsas de ropa que la gente había donado; por otro lado, viajé de
punta a punta por toda Caracas, visitando amigos y diseñadores de moda, entre
ellos Jo Aguirre, Audra Blanco de 2:AM, JungleChick, Marcia Arocha de Karma, Gabriela Alvarado, Mariana
Camacho y Sophie Bernardo de Morango, quienes donaron prendas nuevas para la
causa, ¿no son lo máximo? También estoy eternamente agradecida con Greicy
Bracho de Riot Anatomic y Lisette Moraga de Lala & Co, quienes enviaron
fabulosas piezas para vender en el showroom.
Tras dos rigurosas curadurías de ropa, en las que me
ayudaron Carlos Brandt, su socio Alberto Vegas y mi bella madre Alicia Cedeño, ¡logramos
recolectar casi 1000 prendas de vestir! Genial, ¿pero tenemos los ganchos
suficientes para colgarlas? El día anterior al evento, descolgué todo mi clóset
y llevé los ganchos a The Showroom, donde Carlos y Alberto me esperaban para
montar la ropa en los racks. ¡Quedé agotada! Pero muy emocionada porque fuera
sábado ya (imagínense cómo me sentiré el día antes de mi boda, madre mía).
¡Y llegó el gran día!
El showroom estaba pautado de 11am a 5pm. Faltaba un cuarto
para las 11 y la decoración no estaba montada, la mesa de postres tampoco, no
teníamos claro cómo y dónde cobrar y empaquetar, la corneta de la música (por
la que gasté parte de la mañana buscándola) no se escuchaba bien, la barra de
cócteles no tenía cócteles, la gente comenzó a llegar… Pero hubo un momento de
luz en el que vi lo hermoso que se veían unos pantalones de todos los colores, colgados
armónicamente en un muro de madera por Alberto; mi tía Mercy sugirió que el
área de pago y empaque estuviese ubicada al lado de la puerta de entrada y
salida (por si las moscas, y no de chikungunya); apareció un ángel llamado
Ximena Sánchez, quien junto a mi madre y mi tía Zora, me ayudó a montar la decoración y la mesa de dulces, hechos con mucho amor por mi querida amiga Marylena Hernández.
De repente, todo empezó a fluir, y yo sólo iba de un lado a
otro, con una sonrisa de oreja a oreja, supervisando que todos estuviesen tan
felices como yo (lo que me faltaba era la varita mágica y alitas). No pensé que
mi sonrisa podía ser más grande al ver llegar a Mauricio Salas, el mejor
mixólogo que conozco, y quien transmite una energía indescriptible. Andaba apenado
porque se había perdido y por eso llegó tarde, pero eso no impidió que
rápidamente montara su fabulosa barra de cócteles, que no sólo complació a los
presentes con sus deliciosas mezclas, sino con su embriagante forma de atender
al público.
El ambiente era perfecto, por lo menos, yo lo sentí así. Entre
12 y 2pm fue la hora pico, creo que en ese período se llevaron la mitad de la
ropa. Luego hubo un momento de calma hasta las 4pm, que aprovechamos para
almorzar unas pizzas que mi adorado padre Alberto Borges compró para los que
estábamos trabajando en el showroom. ¡No podía con mi alma! No me había sentado
en horas, pero un mojito de fresa preparado con mucho amor me reanimó para
soportar la última hora de Help Service, en la que los presentes arrasaron con lo
que quedaba, tras una “happy hour” de todo a Bs. 100.
Es increíble todo el esfuerzo empleado para un día que pasa
tan rápido, tal cual como una boda; pero tan sólo recordar la experiencia,
vuelve la alegría y emoción del momento y te provoca repetirlo. Para ser la
primera vez y, a pesar de los contratiempos e improvisaciones, ¡logramos
recaudar Bs. 75.000! Ayer cuando fui a entregar el cheque, en Techo Baruta no
cabía la satisfacción. María Carolina Nelson, directora ejecutiva de la fundación,
junto a Angélica, Yadirys y Jeniré, quienes también ayudaron en el showroom, me
entregaron un certificado y una estrellita como agradecimiento. Se me aguó el
guarapo. De inmediato se creó un hermoso vínculo que me comprometió a hacer una
campaña similar, todos los años, a beneficio de su valiosa causa.
Muchos me felicitan por esta obra, pero quiero dejar claro
que todos los créditos se los lleva Dios y sólo Dios, porque a Él ofrecí esta
campaña y Él usó como instrumento a todos los que colaboramos en esta causa. Él
nos llama a hacer este tipo de obras para ayudar al prójimo y nos da las herramientas
para llevarlas a cabo. Sólo se necesita motivación, honestidad y ganas de
querer ayudar. No hay mejor pago que la satisfacción de hacer felices a los demás.
Que Genial Anabel!!! Te felicito por tu creatividad y motivación... A mi tambien se me aguó el guarapo al leer toooooda esa trayectoria para conseguir el objetivo! Me alegra muchisimo que todo te haya salido Perfect!!!
ResponderEliminarUn Abrazo...
Te deseo un MILLON de Exitos! ;) <3
Muy emotivo texto <3 y que grande! Que se cumpliera el objetivo, por nuestra parte felices de haber aportado nuestro granito de arena siempre podrás contar con nosotros un fuerte abrazo desde Maracay.
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